Diario en Cuarentena
La celda
infinita
Miro afuera desde los confines del
hogar. A través de la frialdad de la ventana, la calle semeja un decorado
descriptible en el que todo está por pasar o ya no hay futuro. Es un presente
imperfecto. Falto de entusiasmo. Una probabilidad cierta de que lo imposible
sucedió. Pasan los días entre los escombros de las paredes que se me vinieron
encima, donde juegan a subirse los hijos que tuvimos para buscar la diversión
en el peligro. Los niños, ya se sabe, optan por reclamar el devenir, por
experimentar las bondades de la intemperie que nos amenaza. Son el paradigma de
la naturaleza. Ejemplos adorables de superación que merecen cada una de sus
oportunidades de crecimiento y realización.
El hombre tiene que ser más
humilde y debe respetar y acompañar a la naturaleza. Mujica - perseguido y
encarcelado por sus ideas.
A salvo, por arte de imaginación,
en la presunta seguridad de nuestras trincheras a retaguardia el rabillo de los
ojos se nos distrae a franquear los parques enrejados, va a sentarse en un
banco de la plaza vetada por cordones policiales, se asoma a un patio de
colegio mudo e inservible. Un enemigo que no se ve acecha. Las prisas que nos
envejecían quedaron detrás. La urgencia de los planes que esquilmaban nuestro
día a día, se esfumó junto al porvenir. Habrá que atracar, de una puñetera vez,
este horizonte nuevo al alcance de la mano.
Yo todavía tuve un sueño… aunque enfrentemos
las dificultades de hoy y mañana… ahora es el momento de no regresar a la
antigua normalidad… Sabiendo que seremos libres un día… ¡Qué resuene la
Libertad! Luther King – perseguido y asesinado por sus sueños.
Lo escribo para que no se me
olvide. Se escribe como se vive. Lo increíble se escribió tantas veces. Y se
escribió porque ocurrió. Yo quiero tener todavía un sueño en el que reconocer
nuestras manos limpias y la cara libre de señales.
Los que en realidad pisaban
nuestras posibilidades, los que nunca arrimaron el hombro pero escondieron la
mano que tira las piedras de siempre, adecentan los mantras manidos que
sustituirán a mentiras caducas. Mercaderes,
traficantes, más que náusea dan tristeza, no rozaron ni un instante la belleza.
La esperanza es lo último que se
pierde pero la ilusión nunca debería faltar.
En la realidad a estrenar puede que
nos encarrilen a caminar en soledad por las aceras. A cruzar las miradas
demandantes de compañía rozando la insolencia, desde una especie de solvencia
emocional impuesta por el miedo. Nos harán creer que somos juez y parte.
Carceleros, anacoretas e ingenieros de prisiones personales pero, en verdad,
continuaremos siendo los prófugos del sistema, portadores de abrazos, el
artesano que da rienda suelta a las ilusiones, a la vista del que se pare, en
su taller al aire libre.
Voy graduándome en la veteranía de
las ideas inquietas y, en agradecimiento o, tal vez, en consecuencia, homenajeo
al que estaba de vuelta de todas la idas. Al que cantaba que la
rosa es rosa por bella y no porque en ella respire una flor. Las cicatrices no
ayudan a andar. No todo será naufragio, pasará si cada uno de nosotros
sigue buscando sus rosas en el mar. Si creemos que amar en el verbo más
bello. Nos va la vida en ello.
Si hacemos la celda infinita, en lugar de
contarle los pasos, terminaremos por convertirla en inmensidad.
Dedicado
a Luis Eduardo Aute
L.E.A.