sábado, 18 de abril de 2020

Los sonidos calan

Diario en cuarentena
Los sonidos calan
Ayer me vino a la memoria el principio de un capítulo que escribí en otro tiempo, un tiempo distinto a este en el que vivimos porque, la vida, toda forma de existencia, se abre paso.
Caminaba entre los silenciosos pinos, con tregua, para no despertarlos tan de mañana y, de esta manera, la sentí cómplice a la brisa que mecía el sueño de sus ramas. De paso en paso paraba a acariciar algún brote de árbol, color mar en calma, en contraste con el verde intenso de sus ancestros; como queriendo mitigar en parte su congoja al no tener asegurado un trozo de cielo por el cual asomarse a la vida...
Y se me vino al presente, intuyo, porque una tarde de marzo sin pensármelo más de una vez, me planté en el monte conocido. Porque algo tiene que recordarnos lo pequeños y vulnerables que somos. Un renuevo a ras de tierra que aspira a un cacho de azul. La poca trascendencia que aparentamos al sol. Lo altos que nos creemos al abrigo de las ramas bajas.
Caminé por el mismo sendero que describí desde el recuerdo de flor aplastada por una página de libro. Mi paisaje de adolescencia, de juventud y ese otro ayer, menos lejano, de madurez incrédula. Me extrañó ver tan cerca a dos pajarillos enamorando a la tardanza de la primavera. Ajenos a mi peligro. Eran pardos como la lluvia, preciosos y se habían encontrado. ¿Qué más se puede desear? Yo había ido en busca de la tranquilidad que hallé de nuevo. La brisa que tararea una nana. El silencio de estar en paz con la copa bien alta. Te quieros de picos felices. Llegué a casa empapado por ruidos alegres.
Hoy se fue mi querido Aute, un referente de arte y meditación. Enseguida, necesité escucharlo para cerciorarme de que su música se había quedado conmigo. Enmarañada a emociones añejas, a sus versos atinados. Esa melodía de toda la vida me llevó a aquello de que el pensamiento no puede tomar asiento. Que el pensamiento es estar siempre de paso... Me llevó a pensar en lo poco que lloramos en compañía.
la memoria viaja libre e inquieta. Desordenada, a salto de vivencias. Cruel en ocasiones, las más de las veces nostálgica de un entorno sentimental de unos rostros que ya no llevan nuestros nombres. Aute y la fotografía del pasado. Lo que pasó, siempre de paso, no sabremos si fue peor pues yo también siento que ese tiempo que se fue no ha sido nunca nuestro.
Algún día después al del paseo revelador nos declararon en estado de alarma. Lo único bueno, recordé, es aquel olor natural que permanece bajo la ropa y la añoranza de mi respiración sobre la piel mojada de sonidos. 

4 comentarios:

  1. Muy bueno Fernando: Para mí serás siempre:
    Mi primo Fernando to de mi tía preferida MARUQUITA LA DEL TITERE

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  2. Siempre, que es mucho tiempo, que te leo, me transportas a esos sitios que, bien describes. Sólo decirte que una vez más, es un placer leer lo que escribes

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