“La
última luna de Achinech” es, ante todo, un relato de pasiones entremezcladas de
unos personajes sencillos que se ven, de pronto, como ocurre en la vida misma,
sumergidos en unos acontecimientos emocionales que les sobrepasan. La cotidiana
complicación de la existencia se ve agravada por la situación convulsa que les
toca sufrir –la agresión externa a su modo de vida y entorno, el secuestro de
la esclavitud, muertes prematuras, la sombra inquietante que provoca una guerra
presente siempre a la vuelta de la espalda-. Una historia que narra la andadura
de un joven aprendiz de curandero, acuciado por la manifestación en él de unos
dones sobrenaturales que intenta comprender y que no puede dominar, contemplada
desde el albor de su agonía en el todo o nada de un pueblo a la suerte de la
batalla final; su despertar al amor, a las complicidades de la amistad, las
contradicciones en torno a sus creencias más íntimas, la aceptación de la
violencia y la lucha para un “sanador” que pretende vivir en paz.
Al mismo tiempo, en el envés de la novela, se recomponen los aspectos interesantes de una sociedad apaleada por la sinrazón de las conquistas, en un vapuleo hasta el olvido por los brazos que ganan las peleas; y por ello, saldando una deuda vieja y sangrante con los antiguos moradores de Canarias, antepasados o no, de la tierra que se quiere y en la que se ama; se sugiere reflejarse en esos otros ojos: “como en el ahemen que vierte la lluvia en el lecho rocoso de un barranco”, y enseñar: sus ritos y ceremonias ancestrales, costumbres, juegos, religión y origen del mundo, leyes, alguna leyenda, modos de subsistencia, cantos y su baile, un carácter admirable y un sinfín de grandes detalles que se han ido derramando con el tiempo.
Parece muy interesante... Me gusta!!
ResponderEliminarHola Fernando, el viaje comenzó hace tiempo, pero ahora lo compartes. Me alegro mucho, como siempre te deseo lo mejor.
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