El
que quiera baje a hacer una parada en el camino, a veces, es bueno darse
cuenta, desde el sitio, del pasar de la vida; al menos, en la espera de coger
la prisa siguiente. Mientras tanto, con la mirada abierta alrededor pero
atrancada a los prejuicios..., ¿qué vemos? A mí me ayuda a hacerlo cuando estoy
encima de un monte, al borde de un barranco, llegando a una isla conocida o al
escuchar como se descascarillan las olas.
Entonces, casi sin esfuerzo, doy un
plumazo de imaginación para quitar lo añadido a los paisajes; y me quedo con
los matos y sus verdes, lo ensordecedor de la claridad en la noche o el matiz
siempre cambiante que dan estaciones y momentos a la luz del cielo o,
escuetamente, con un préstamo de mar.
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